miércoles, septiembre 24, 2008

Torna gris



Se torna gris. Hace unos días llegó el otoño.
Gris, el cielo encapotado. Gris, el aire pesado. Gris, la cortina de lluvia. Gris, la mirada cansada. Gris, el arbol muerto. Gris, un otoño más.

Sucede que a veces, como bien se dice, el arbol no nos deja ver si hay bosque.

Gris, Rojo, Naranja, Verde, Amarillo, Negro, Azul, Blanco, Marron, Gris.

martes, septiembre 23, 2008

Flotando sobre vientos y sales

El area esteril

No se si estoy aterrorizada o esperanzada. No lo se, no lo tengo nada claro, pero mientras pasan las luces, los techos, empiezo a recordar las películas en las que veía esa imagen, ahora tan diferente. No aparece el policía tranquilizándome, no aparece Clooney ó algún otro galán preguntando mi nombre, no hay carreras, no hay sangre ni calibres 33 ni heroínas poco creibles.

Así que de vuelta a la realidad recorro los pasillos tumbada en la cama, asistiendo a las miradas curiosas de todos los visitantes que pululan por los pasillos, la enfermera, simpática a medias, ni joven ni vieja, la puerta que se abre, el color que cambia.

Y el olor. Ese olor que me acongoja desde pequeña, desde aquellos viajes a quirófanos tan diferentes, otros tiempos, pero el olor es el mismo. Asociado al miedo, al dolor, a esa inseguridad que aparece cuando tienen que arreglarte algo, unos huesos infantiles rotos, una muñeca partida, un cuerpo adulto que ha decidido trastornarse y está rematadamente gilipollas, viajando al suicidio. El olor a quirófano es como una patada, un cachete molesto en la frente que te dice, ey, estás aquí, qué pensabas, no era un cuento, es lo que hay, así que a ver si tenemos suerte. Sigo pensando en estas bobadas, me como la cabeza, le doy más vueltas y casi ni me doy cuenta de que ya estoy sobre otra camilla, que empieza a haber mucha gente alrededor, que tengo una cortinilla bajo la barbilla, los ruidos, los bips, los fríos sobre la piel ahora desnuda, sustancias, cremas, sensores, frío. Acojonada, lo único que quiero es irme de aquí. Me mearía de terror, claro, si no fuera por la sonda, y la tontería casi me hace reír, histérica, no se.

Y me preguntas qué tal, solo veo tus ojos marrones, sobre mi cabeza, encima, o a un lado. Y me hablas, y me intentas calmar, o explicar lo que me estás haciendo, un momento, será un momento, así que mientras tanto, dónde quieres viajar, dónde quieres que viajemos, tenemos un rato para viajar, dime, dónde me llevarás.

Y mientras te contesto me quedo dormida, en tu voz, en tus ojos, cojo ese tren y me balanceo al sonido dulce, hacia ese lugar añorado, ese pueblo perdido en el que una noche me llevó a encontrarte acostado junto a tu tienda, esperando, y la luz del amanecer cuando bajamos a la playa, como llega el día, el único día que te vi, viajo allí y no se porqué recuerdo algo insustancial, sigo dormida y sin embargo te oigo y me llevas, vuelvo a ver tus ojos, vuelvo a lanzarme al silencio, de tu mano, de la nieve pisada, el ruido opaco al hundir las botas, el silencio del valle de picos, solos, los amigos, yo, tus ojos, me entierro en la nieve, quiero reír.

Me despierto, y no recuerdo nada, no estoy segura, aun lo tengo presente, pero se que, como algunos sueños, lo olvidaré ahora, para siempre, sigo aquí, y me dejo llevar por las olas de tu voz, me dejo flotar en ese tu rostro extraño, desconocido, entrevisto en tu mascarilla, hacia la nueva vida o hacia el final augurado, nado en tus cabellos.

Acojonada, vuelvo por el pasillo, algo mareada, resurgiendo, y vuelvo a seguir aterrorizada, y esperanzada.

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